Muchas empresas se han planteado la necesidad de formular e implementar un programa ASG (Ambiental-Social-Gobernanza). Ello ha sido impulsado tanto por la preocupación creciente en torno a los problemas ambientales que afectan al planeta, como por los beneficios económicos y productivos que reportan al seno de la organización.
Las siglas ASG corresponden a la versión en español del acrónimo ESG: Environmental- Social-Governance. Contar con un programa ASB es una tendencia en el mundo de los negocios que se consolida día a día. Las razones: el planeta lo necesita, los consumidores y los grupos de interés lo demandan, y los inversionistas también han hecho su parte, al interesarse por modelos más sostenibles a la hora de aportar capitales.
Es un hecho que el aspecto ambiental ya forma parte de la vida de muchas empresas. Atender esos aspectos ambientales ha privado entre las empresas, dejando de lado el factor social o la gobernanza. Sin embargo, para Ophélie Mortier, estratega de inversión sostenible, la crisis planteada por el Covid-19 ha impulsado el interés por el factor social entre los inversionistas. “Se les pedirá cada vez más que apoyen y demuestren su responsabilidad social, sobre todo en materia de derechos humanos”, afirmó en una nota publicada en el diario ABC.
En cambio, para Sergio Ríos, gerente de Imantia, el inversionista exige cada vez más el control de los riesgos con una buena gobernanza. Un gobierno corporativo eficiente y transparente demuestra el compromiso de los accionistas con el negocio. Además, las buenas prácticas son atractivas para captar capital.
Por qué afrontar un programa ASG
Como bien afirman los especialistas los temas ambientales, sociales y de buen gobierno corporativo están luciendo atractivos para los inversionistas con un enfoque en la sostenibilidad.
De acuerdo con Bloomberg, para 2025 se espera que haya 50 mil millones de dólares en activos ASG. Esto representa 40% más que los 37,8 billones que hubo a finales de 2020. Entre los instrumentos de inversión hay acciones de empresas, ETFs, fondos de inversión y emisiones de bonos verdes. Entre las empresas interesadas en estos aspectos ambientales se encuentran: Iberdrola, Solaria, Greenergy, EDPR o Gamesa.
Igualmente, hay oportunidades de inversión para los cambios corporativos que contribuyan con el progreso social y aborden las desigualdades. Según señala el mencionado Sergio Ríos, allí entran firmas como STOXX Global ESG Leaders o el fondo de renta variable Baillie Gifford Worldwide Global Stewardship.
Aunque los aspectos ambientales han acaparado la inversión de los inversionistas, los aspectos sociales y de gobernanza están avanzando de forma gradual. Los inversionistas están logrando concretar cuáles son los indicadores que aplicarán en este tipo de políticas de inversión, precisa Ríos.
Cómo implementar un programa ASG
La posibilidad de captar un inversionista no es lo único que debe privar al aplicar un programa ASG dentro de la empresa. El compromiso que demanda una transformación de este tipo exige una serie de estrategias para que la definición y ejecución de estas políticas repercutan positivamente dentro de la organización.
En este sentido, la firma Mckinsey & Company señala que para implementar un programa ASG se necesita:
1. Ser específicos.
Sin duda, existen numerosas causas sociales, ambientales, comunitarias o incluso individuales que resultan interesantes para una empresa al momento de llevar adelante un programa ASB. Sin embargo, la recomendación es no vincularse con muchos, esto genera confusión incluso pueden resultar unos contrarios a otros. Lo que Mckinsey recomienda como ideal es seleccionar no más de 5 con los cuales comprometerse, para dar una imagen sólida, coherente y sacar el mayor provecho.
2. Ser prácticos.
Para que líderes y gerentes de una empresa se adhieran a un programa ASG, tiene que haber indicadores claros de cómo el enfoque ambiental-social-gobernanza impactará positivamente la creación de valor de la compañía. Un programa que no se explicado bien sobre cómo repercute en la generación de valor de la empresa puede convertirse en un factor distractor, o puede resultar demasiado vago para el resto de los colaboradores que no entienden el porqué de la decisión.
3. Ser realistas.
La recomendación es hacer un análisis exhaustivo de los riesgos que entraña la implementación de ese programa ASG que se quiere plantear. Una exageración en el impacto o un programa débil puede acarrear serias pérdidas de valor ante un traspié en aspectos ambientales, sociales o de gobernanza. Mckinsey estima que esa pérdida puede ser de hasta de dos dígitos en la capitalización en el mercado. En cambio, ser prudentes y transparentes, promueve el valor a largo plazo.
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