Los gerentes son los principales responsables de la administración de los recursos de una empresa. Dentro de esos recursos, el más importante a administrar es, sin duda, el capital humano, pues provee las habilidades, conocimientos y experiencia necesarios para la ejecución exitosa de las labores y el cumplimiento de las metas empresariales.
En ese sentido, la forma en la que los gerentes manejan al recurso humano impacta directamente en el nivel de compromiso, retención y rendimiento del personal. Por tanto, las empresas deberían buscar contar solo con los mejores gerentes disponibles. Entonces, surge la pregunta: ¿qué diferencia a un buen gerente de uno promedio?
Los buenos gerentes guían y facilitan, no hacen micromanagement.
Los gerentes promedio tienden a hacer micromanagement, es decir, observan y controlan muy de cerca el trabajo de su personal, haciendo énfasis constante en los más mínimos detalles. Si bien las intenciones de estos gerentes pueden ser buenas, los resultados de su estilo de dirección son nefastos: generan un ambiente de desconfianza que destruye la motivación del equipo y reducen la autonomía de los empleados, limitándolos a seguir instrucciones, mermando así su creatividad y potencial de crecimiento.
Por otro lado, los buenos gerentes actúan como guías y facilitadores. En lugar de controlar excesivamente a sus empleados, los capacitan y luego les delegan responsabilidades. Así generan confianza en el personal y brindan el espacio para crecer y empoderarse. Además, estos líderes construyen ambientes en los que pueden resolver dudas, aconsejar a sus colaboradores, dar soporte e incluso recibir sugerencias de ellos. Se crea así un sentido de pertenencia.
Son excelentes comunicadores
Los gerentes promedio usualmente carecen de una comunicación efectiva. Al estar enfrascados en un control excesivo y una exagerada atención en los detalles, no propician una retroalimentación adecuada y suelen ignorar los problemas que sufren sus empleados. Esto, a la larga, genera una brecha entre las intenciones del gerente y lo que realmente experimenta el personal.
Por su parte, los buenos gerentes siempre se preocupan por comunicar claramente sus intenciones a los colaboradores. Les transmiten el propósito y la importancia de su trabajo y se esmeran en construir canales de comunicación de dos vías. Este enfoque les permite inspirar al personal hacia el cumplimiento de las metas gerenciales y facilita la detección de obstáculos que lo impidan.
Cuando se trata de corregir al personal, también existe una gran diferencia entre los buenos gerentes y los promedio. Los gerentes promedio tienden a reprender a sus empleados en público. Esto lo hacen con la intención de fortalecer aún más su posición de control y penalizar el más mínimo desvío de las instrucciones impartidas.
Por el contrario, los buenos gerentes optan por corregir a sus empleados en privado. Ello con el objetivo de orientarlos hacia el camino correcto sin destruir su confianza. Adicionalmente, cuando se trata de felicitar a los colaboradores por una labor exitosa, los buenos gerentes no dudan en hacerlo públicamente.
Los buenos gerentes hacen un uso más productivo del tiempo
Hacer un uso adecuado del tiempo es una habilidad cada vez más importante, en un entorno en el que el número de tareas a realizar y la cantidad de información a procesar aumenta continuamente. En ese sentido, una vez más, los buenos gerentes cuentan con una ventaja sobre los gerentes promedio. Estos últimos, en su afán de controlar cada aspecto, tienden a organizar demasiadas reuniones. Estas suelen extenderse más de lo que deberían, causando pérdidas de tiempo y enfoque.
Por otro lado, como mencionaba Elon Musk en su ya famoso email enviado al personal de Tesla, los buenos gerentes mantienen las reuniones cortas y concisas. Se deshacen de todas aquellas que no generen valor real para la empresa. Así también, a través de una correcta delegación de tareas a sus empleados, los buenos gerentes pueden enfocar sus energías en aquellas actividades donde su involucramiento es indispensable y donde pueden producir el máximo valor posible.
Planifican, pero sin excederse
La planificación es una actividad esencial para todo gerente, pero llevarla al extremo puede ser contraproducente. Siempre es recomendable formular estrategias antes de ejecutar las actividades y prever uno o dos planes de contingencia para enfrentar los escenarios más probables. Sin embargo, los micromanagers, conducidos por su fijación en los detalles, suelen planificar en exceso, drenando energía y consumiendo tiempo de sus empleados que podría ser utilizados en la ejecución de dichos planes.
Los buenos gerentes están conscientes de que el entorno es altamente dinámico. La planificación inicial, por más extensiva que sea, podría quedar obsoleta ante la irrupción de cambios disruptivos. Por tal motivo, ellos suelen desarrollar un enfoque de estrategias emergentes. Este esquema flexible les permite ejecutar sin demora su estrategia inicial, aprender del entorno, identificar nuevas oportunidades y ajustar sus planes y recursos humanos con el fin de capitalizarlas.
Los buenos gerentes no solo innovan hacia fuera, sino hacia dentro
Ante este entorno cambiante, la capacidad de innovación de una empresa es vital para construir y mantener una ventaja competitiva. Comúnmente, se piensa que la innovación consiste solo en la ingeniería de productos novedosos o en el desarrollo de bienes y servicios complementarios. En realidad, las investigaciones señalan que existen 10 tipos de innovación. La mayoría de estas tipologías están orientadas hacia la experiencia del cliente: innovaciones de servicio, de canal, de marca y de interacción.
Más allá de esto, los buenos gerentes reconocen que también existen tipos de innovación orientados hacia dentro de la organización, que son tan o más importantes que los orientados hacia afuera. Por un lado, las innovaciones de estructura permiten alinear el talento humano con los activos de la empresa, generando sinergias y desatando el potencial creativo del personal. Por otro lado, las innovaciones de proceso permiten a los empleados desarrollar nuevas y mejores formas de ejecutar sus labores.
En resumen, los buenos gerentes se diferencian de los gerentes promedio porque entienden la relevancia de construir una relación virtuosa con sus empleados. Reconocen que para satisfacer las necesidades de los clientes y alcanzar las metas organizacionales, lo primero que deben hacer es cultivar al principal recurso de la empresa: su personal.