La libertad es el más preciado de los valores humanos y cuenta con distintas aristas, que van desde la libertad de asociación hasta la libertad de expresión y prensa. Sin embargo, hay un matiz de la libertad del que no se discute mucho, pero que es fundamental dado el vínculo que existe entre la economía y la sociedad: me refiero a la libertad financiera.
Se entiende como libertad financiera a la capacidad de una persona para generar ingresos y cubrir todas sus necesidades económicas. Ello sin tener que realizar una actividad laboral ni depender de otros. Es aquel estado en el que un individuo puede contar con total autonomía y poder de decisión sobre su estilo de vida, sin estar restringido por factores financieros.
Si bien el concepto de libertad financiera fue popularizado por autores como Robert Kiyosaki a finales de los años noventa, ha recibido bastante acogida entre los millennials y generaciones posteriores. Estos buscan plasmarlo en sus propias vidas. Esta no es tarea fácil, pues para alcanzar ese estado de libertad se requiere construir fuertes cimientos financieros previamente.
Cómo conseguir la libertad financiera
Sentar las bases de la libertad financiera implica entonces aplicar una estrategia de largo plazo. En ese sentido, New York Live Investments, una firma estadounidense de gestión de inversiones, ha desarrollado un sólido marco de referencia a seguir: la jerarquía de necesidades financieras. Este esquema adapta la pirámide de necesidades humanas del psicólogo Abraham Maslow al ámbito de las finanzas.

La pirámide de Maslow cuenta con cinco niveles de necesidades humanas. Estas van desde las más básicas (las necesidades fisiológicas) hasta las más complejas (las necesidades de autorrealización).
Asimismo, la jerarquía de necesidades financieras está conformada por 5 fases: necesidades básicas y de flujo de caja, seguridad financiera, acumulación de riqueza, libertad financiera y legado. Según este esquema, una persona normalmente pasa a una nueva fase de la jerarquía de necesidades luego de haber cubierto la anterior.
Necesidades Básicas y de Flujo de Caja
El primer nivel de la jerarquía de necesidades financieras se enfoca en las necesidades básicas y de flujo de caja. Esta fase comprende contar con los recursos suficientes para cubrir necesidades fisiológicas y de supervivencia como la alimentación, vivienda y vestimenta.
Dado que estos son gastos corrientes del día a día, es necesario cubrirlos de contado. Ello mediante ingresos corrientes obtenidos a través de una o varias fuentes de ingresos constantes. Se recomienda construir un presupuesto donde se registren los ingresos y egresos y se pueda estimar los requerimientos de efectivo. Asimismo, se debe evitar a toda costa utilizar crédito para la cobertura de estas necesidades básicas.
Seguridad Financiera
El segundo nivel de la jerarquía radica en la seguridad financiera. Es decir, la capacidad económica para enfrentar las emergencias que acontezcan. Más allá de que una persona pueda cubrir de contado sus necesidades básicas, siempre es posible que ocurran imprevistos tales como la pérdida de un empleo, un accidente, una urgencia médica o una calamidad doméstica.
Ante estas circunstancias inesperadas, es recomendable contar con un fondo de emergencia. Se aconseja que este fondo permita cubrir al menos tres meses de los gastos básicos mencionados en el nivel anterior. Además, tiene que estar disponible de inmediato. De no contar con este dinero en efectivo o en una cuenta de ahorros, una alternativa es disponer de cupo en una tarjeta de crédito por un monto equivalente.
Adicionalmente, esta etapa de la jerarquía de necesidades financieras implica la contratación de seguros médicos y vehiculares. Más allá de que la cultura de seguros no esté tan arraigada en el país, la utilización de estas herramientas ayuda a mitigar el riesgo considerablemente. Incluso un fondo de emergencia podría no ser suficiente para imprevistos mayores. En caso de no contar con el flujo para cancelar las pólizas de seguros de forma anual, se sugiere apoyarse en los planes de pago mensuales ofrecidos por las aseguradoras.
Acumulación de Riqueza
Una vez que la persona ha logrado satisfacer sus necesidades básicas y de flujo de caja y también ha alcanzado un estado de seguridad financiera, su perspectiva puede redireccionarse desde el corto hacia el largo plazo. Es entonces cuando la persona puede progresar a la fase de acumulación de riqueza, donde el enfoque está en la construcción de patrimonio.
Para construir patrimonio, una persona necesita aumentar sus activos al tiempo que reduce sus pasivos. El aumento de los activos se consigue a través del ahorro y la inversión. En cuanto al ahorro, se recomienda ahorrar al menos el 10% del ingreso mensual pensando en el largo plazo.
Para invertir, es recomendable primero disminuir las deudas antes de asumir la responsabilidad de invertir. En ese sentido, este es el momento adecuado para reducir o cancelar valores adeudados en tarjetas de crédito o en otras modalidades de endeudamiento. El objetivo de esta estrategia es evitar que los rendimientos que se comiencen a generar por las inversiones sean anulados por los cargos financieros. También ayuda a conseguir que el monto de los activos supere cada vez más al de los pasivos.
Al momento de construir el portafolio de inversión se recomienda enfocarse en activos variados. La diversificación permite ampliar las opciones de obtención de rentabilidad. Así se reduce el riesgo, pues mientras cierto tipo de activos pierde valor, otros pueden compensar dicha caída.
Entre los tipos de activos más idóneos para construir un portafolio se encuentran los bienes raíces, los instrumentos de deuda, los metales preciosos y las acciones corporativas. También, dependiendo de las condiciones y oportunidades del mercado, se puede decidir emprender en un negocio propio, ya sea en solitario o en sociedad.
Libertad Financiera
Es la acumulación de riqueza la que da paso a la tan ansiada libertad financiera. Toda vez que los activos de una persona superen a sus pasivos ampliamente y por sí solos generen flujos que permitan cubrir las necesidades de dicha persona, se habrá liberado financieramente. En esta fase la persona logra satisfacer sus necesidades humanas de independencia y logro personal, propias del cuarto nivel de la pirámide de Maslow.
La fase de libertad financiera es ideal para construir una familia, pues permite costear la educación de los hijos. Así se les brindará herramientas para que en el futuro puedan seguir la misma senda de éxito. También, la holgura económica alcanzada permite costear vacaciones y viajes sin preocupaciones. Además, deja excedentes para financiar lo que serán los cuidados que necesitará la persona y su pareja una vez que arriben a la edad de jubilación.
Legado
Habiendo ya alcanzado la libertad financiera, la persona puede acceder a la quinta y más alta fase de la jerarquía de necesidades financieras. En este nivel se experimenta lo que Maslow catalogaba como “autorrealización”. En términos financieros, esto implica construir un legado económico para la familia, los amigos e incluso la sociedad, que trascenderá a la propia existencia de la persona.
La construcción del legado comprende planificar la asignación de la herencia. Esto cubre principalmente a la familia, pero que incluso podría llegar a beneficiar a allegados y a organizaciones. También, si durante la fase de acumulación de riqueza se emprendió un negocio propio, es el momento de diseñar un plan de sucesión que asegure la supervivencia de la empresa para provecho de sus accionistas y empleados.
Al final del camino, el haber escalado paso a paso las etapas de la jerarquía de necesidades financieras, le permitirán a la persona realizarse totalmente. Y, sobre todo, dejar una huella duradera en el mundo.